sábado, 14 de agosto de 2010

Vitrinas de un anhelo - Cuento


Por: Oscar Alejandro Cabrera.

Respiraba levemente agitado, con mis manos humectadas de sudor, que sostenían un paquete de regalo sencillo y ausente de adornos, en cuyo interior había una manilla de un intenso color verde.

Camino por los pasillos de este centro comercial, observando por cada vitrina de los almacenes, compradores llenando sus bolsas de ropa, accesorios, artefactos electrónicos, e inclusive comida; intentando desesperadamente compensar sus vacíos, decepciones, depresiones y defectos; escogiendo evadirlos día a día, que confrontarlos en este.
Mi cabeza alberga otros pensamientos, le correspondían a ella.

Despertaba todas las mañanas a su lado, me acercaba para acariciar su lacio cabello, deslizando mis dedos por su delicado, suave e inmaculado cuello, hasta su tersa y delgada mano, tomándola de esta. Abre sus hermosos ojos verdes, casi comparables con el color del jade.

Charlando en la sala, ambos tomando un delicioso café con leche, cuyo olor, como su sabor eran lo más cercano a sus labios; con hablarle unos instantes, podía sacar a flote lo mejor de mí, me produce una tranquilidad y gozo que no sentiría con otra persona hablando de banalidades.

Mas tarde, vamos paseando en el parque abrazados, con la brisa mañanera sobre nuestros rostros, mirándonos con ternura y deseo en un estado alterno; parecido a un trance que nos evitaba percatarnos o siquiera percibir lo que pasaba a nuestro alrededor.

Al momento de crear, con la intención expresar lo que había en mi ser, iba a mi estudio con mis oleos, pinceles y bastidores, con sus respectivos lienzos templados. Ella modela para mi en diferentes poses, que pasaban de lo convencional a lo erótico, mientras la miraba ahí sentado en mi butaca, con mi caballete en frente; tratando de escudriñar en su interior plasmando cada una de sus facetas, reflejadas en tantas posibilidades de color, armonía y simetría.

En medio de mi proceso creativo, ella era como una magnifica canción, un desgarrador film, o un soberbio libro; me elevaba hacia momentos tan conmovedores, como sublimes, que me afectaron en lo más profundo de mi alma inspirada.

Cerca de la décima vitrina, al sentarme en una banca cerca del aire acondicionado, el cual secaba mi sudor, me di cuenta que no podía seguir mintiéndome; aunque estas escenas parecían agradables en mi mente, estaba sumergido en la ansiedad y el temor, esperándola aquí como un amigo; deseando con todo mi afán decirle cuanto la añoro recostada en mi torso, con sus manos rodeando mi cintura, para estar juntos durante el resto de nuestra existencia.

No obstante, el desenlace de esto podría ser como una cinta de Wong kar wai, nuestro amor nunca será correspondido, la perderé del todo; desapareciendo tanto de mi vida, como de mi vulnerable y frágil corazón.

3 comentarios:

  1. La sociedad es una entidad que reprime al hombre, que acepta esto sin más. Luchar contra la sociedad es difícil, basta con mirar a Meursault, del Extranjero, el cual muere al ver nada más que "coherencia". Yo digo: no luchar; sal de esa sociedad mal diseñada, juega con ella. Por último señalo reflexionar con animes y/o mangas de todo tipo. El primer recomendado será Golden boy.

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  2. Oskar me encanta como escribes deberiamos hacer algo bacano que involucre lo visual con la expresion de la palabra.. parce lo aprecio mucho

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